miércoles, 24 de diciembre de 2014

NOCHEBUENA.

Tal día como hoy veinticuatro de diciembre vuelven a casa. Cuando la cocina ya huele a laurel y a vino blanco. A esa hora lechosa que tiene el atardecer en invierno. En la radio puede que suenen monótonos algunos villancicos y en la calle algunos petardos. Vuelven discretamente, sin alborotar. Con algunas toses, con media sonrisa, con un paso cansado y silencioso. Será un reencuentro breve pero necesario. Son nuestros muertos. Aquellos que desaparecieron hace mucho o hace poco. Ellos saben que están muertos pero vuelven. Se sientan un rato a tomar un vaso de vino o una copita de anisado. Alguno encenderá un cigarrillo. Miran la casa, las viejas fotografías, los objetos queridos, el reloj de péndulo que sigue atrasando, las felicitaciones de navidad,quizá ese libro que se quedó sin leer. No estarán mucho rato. No les gusta molestar. Volverán mientras alguien les invite, mientras les dejemos sentarse en su butaca un rato, el tiempo justo para recordar lo que fue. Luego se irán, no se quedarán a cenar, nunca lo hacen. Brindaremos por ellos , no hace falta nombrarlos. A través del cristal empañado de la ventana veremos brillar alguna estrella fugaz, o quizá sea solo el destello de un avión. Hasta el año que viene.

domingo, 14 de diciembre de 2014

MI TÍO.

El tío. Para un niño su tío es una persona simpática, hermano de su padre o de su madre que llega a casa de forma inesperada, que te lleva a cuestas o te saca una moneda de la oreja. Un tío jamás se enfada contigo ni te echa la bronca, juega al fútbol muy bien o monta en bicicleta. Tu tío viaja, te enseña a pescar o te lleva a un partido. Todos tuvimos un tío que era más permisivo que tus padres porque no tenía que educarte, sólo quererte. Por eso cuando luego se hicieron viejos, cuando desaparecieron nos dejaron un vacío, nos anunciaron que también nosotros dejábamos de ser jóvenes, que nos había llegado la hora de ser también tíos. Hoy quiero recordar a tres de mis tíos. Mis tíos preferidos. Tampoco tuve muchos más, pero a ellos quiero apuntarlos en mi cartera, como dijera el poeta, antes que la memoria me falle, aún más.
El tío Paco. Mi relación con el tío Paco empezó antes de nacer yo. Mi tío siempre tuvo moto. Una potente y proletaria moto Iso. Una tarde la traía cargada con hierba para los conejos cuando se encontró con su hermana que subía la cuesta de la carretera de Aragón- hoy calle de Alcalá-. Se empeñó en que mi madre se subiera encima del saco de hierba a pesar de estar embarazada de muchos meses, precisamente de éste que lo cuenta que soy yo. Con gran esfuerzo montó en la moto pero a pocos metros cayó de culo sobre la calzada siendo recogida por los viandantes y la fuerza pública. Mi tío Paco ni se enteró y continuó hablando con mi madre a voces como si tal cosa, hasta que llegó a casa. Haberme puesto en peligro debió ser un motivo para tenerme cariño. Llegaba a mi casa con su casco ,sus gafas de aviador y sus guantes forrados de suavísima piel de conejo. Me encantaba meter las manos en ellos y ponerme a pilotar una silla o una escoba a toda velocidad. Uno de los primeros recuerdos de mi vida que guardo en la caja de mis tesoros son los viajes en moto con el tío Paco montado en el depósito de la gasolina. Íbamos desde la casa de la abuela en Quintana por la carretera de Aragón hasta Canillejas. Cruzábamos la pista de Barajas , agarrándome al manillar brillante, biselado de la moto. Yo, que no me montaría por nada del mundo en una moto hoy día, iba tan tranquilo, sabiendo que detrás iba mi tío protegiéndome. Sabía que estábamos llegando cuando veía los huertos y pinares de la Alameda de Osuna, cuando oía cantar a las chicharras. Aquel era el camino también para ir al río Jarama, allá cerca de Paracuellos. Olía a verano y volaban las flores del chopo. El tío Paco cuando ya era viejo seguía teniendo cara de niño pillo. Su vida azarosa, una niñez que según cuenta mi madre fue difícil, sus escapadas de casa, los castigos tan ejemplares como desproporcionados de los abuelos nunca le doblegaron. Su altruismo le llevó a ser defensor de pleitos pobres, a él que era el más desvalido. De mi tío Paco debí heredar el gusto a andar por el campo, a mirar a los ríos, cosa que no dejó de hacer nunca, aunque, a última hora, sus piernas no le respondieran ya. El tío Paco , el de la moto, será siempre un recuerdo de la infancia lejana y feliz.
El tío Pablo. Hay una foto mía en la piscina Victoria del barrio de Cuatro Caminos-creo. Yo recuerdo de ese día el sol, un bañador que estrené y un bocadillo de tortilla francesa que me compró mi tío Pablo. Era entonces el novio de mi tía, la hermana de mi padre. Yo era un niño bueno y les gustaba llevarme de paseo, darme algún capricho que mis padres no podían darme. El tío Pablo tenía un rostro ancho, bien afeitado y olor a Varon Dandy. Recuerdo su voz afable, tranquila y grave. Era oficial platero pero vestía elegante y siempre pulcro. Había sido amigo y vecino de mi padre en la niñez, allí en su barrio de Sainz de Baranda. Hijo de un ferroviario del ferrocarril de Tajuña, el tren de Arganda que pita más que anda. Pasaron muchos años sin volver a verle. Ya era abuelo pero conservaba su corpachón y su misma voz. La voz y la sombra son las únicas cosas que no nos envejecen. Después de tanto tiempo sé que se alegró mucho de verme pero no hizo ningún aspaviento. Me sonrió . -¡Coño, Felipón! ¡Cuánto tiempo! Encendió un ducados con mucho estilo y siguió conversando con su cuñado, y amigo, mi padre. El día que tuve que ir a darle la última despedida, aquella tarde con la inesperada noticia de su muerte, se me vinieron a la memoria todos aquellos recuerdos que ya solo compartiríamos el tío Pablo y yo.
El tío Manolo. Por suerte todavía puedo hablar de mi tío Manolo en presente. El tío Manolo tiene todo lo que cualquier niño quiere que tenga un tío. La labia de un personaje de Arniches, la planta de un gentleman de clase obrera y las camisas mejor puestas del barrio de San Blas. Fue futbolista y ciclista de pro, de la generación de Bahamontes. Cuando venía a casa siendo yo niño, revisaba mi pobre bicicleta marca Dahl y le cambiaba las zapatas de freno. Me contaba sus andanzas en la Vuelta a Andalucía, los chaparrones que le cayeron encima y lo buenos que son los plátanos para el deportista. Trabajó en Plata Meneses donde se dejó varios dedos de la mano estampando cucharas. Hoy es un jubilado de noventa años que sigue gastando bromas a su sombra. Me gusta ir a verle de vez en cuando para reírme con él y tomar cañas de cerveza en la calle de Amposta. No quiero ni imaginarme lo triste que quedará el barrio sin él, el día lejano que deje de caminar sus calles, pero cuando eso ocurra seguro que habrá una mesa y unos vasos para el tío Paco, el tío Pablo , el tío Manolo y el tío Felipe. Diciembre. 2.014.

jueves, 27 de noviembre de 2014

GRACIAS

Ayer, sin esperarlo, viví un día lleno de emociones. Abrumado pero muy feliz vi a un montón de gente contenta porque me dieran un premio. Repetí y sigo repitiendo que no merezco más que otros esta distinción. Pero si hay algo que no quisiera ,por nada del mundo, es ser un desagradecido. Tengo que agradecer mucho a la vida. Una de las cosas es tener tantos amigos. Gente que nada me deben, me pagan con su aprecio sincero una deuda que es mía. Si fuera una hipoteca me desahuciarían porque no voy a poder a hacer frente en muchos años a tanto capital humano, a tanto crédito. Ni a plazos ni en efectivo. Desde que era un adolescente quise ser maestro. No sé por qué. Quizá algunas lecturas, una cierta mitificación de la figura del profesor, el ejemplo de un puñado de maestros que tuve, el sueño utópico de creer que desde un aula, armado de una tiza y una pizarra, se podría cambiar el mundo. Hoy sé que eso es imposible. Pero ¿es que por algo tan insignificante como el mero hecho de que algo sea imposible no vale la pena intentarlo? El otro día pensaba yo que prefiero pasarme de bueno hasta parecer tonto antes que pasarme de listo y parecer malo. Creo firmemente en la capacidad transformadora, casi revolucionaria de la bondad. Cuando echamos pestes de toda esa pandemia de políticos facinerosos, en el fondo lo que estamos pensando es que no son buena gente. Por eso se corrompen. Por eso nunca se ponen en el lugar de los que sufren. Por eso sólo piensan en su ego. Por eso son mediocres, tristes, aburridos. Por eso están faltos de ideas, de futuro. Porque no les mueve ningún deseo altruista. Porque eliminan a todo aquel que les hace sombra. Por eso hablan un idioma incomprensible, hablan con lengua de serpiente, como dijera aquel “Cuervo ingenuo”. Sin embargo si me pongo a repasar los centenares de personas que conozco, casi todos están en el bando de los buenos. Entonces ¿Por qué los malos si son tan pocos, si son tan cobardes, tienen que ganar siempre? A lo mejor algún día, tenemos que decidirnos a abrir las puertas de “ Fort Apache” salir a cabalgar y dejar de esperar a que venga el 7º de Caballería a salvarnos. A todos vosotros y vosotras, que sois de los buenos os invito a que cabalguemos juntos. Bueno por lo menos un rato, mientras suene la música y pongan los títulos de crédito. …¡Ah …y mil veces más muchas gracias! Felipe.

sábado, 22 de noviembre de 2014

EL NIÑO QUE ODIABA LA NIEVE.

Este año el invierno viene caminando despacio. Como un viejo. No acaba de pintar de amarillo las hojas de los árboles. A unos días fríos les suceden otros soleados. Parece que tarda en llegar, pero inevitablemente el invierno llegará. Soplará el Guadarrama y helará los charcos en esas mañanas frías y brillantes de Madrid. Quizá algún día aparezca, como siempre por sorpresa, la nieve. Todos los niños aman la nieve. Será porque la nevada todo lo pone limpio ,como a estrenar. De pequeño nos gustaba ver nevados los feos solares, los tejados, los viejos coches y las aceras. Todo parecía mejor y más nuevo. Por eso será que a todos los niños les gusta la nieve. Bueno a todos no. Cuando nevaba mi padre se ponía de mala leche. Yo no lo entendía. Lo achacaba a que él trabajaba de conductor y la nieve era una molestia y un riesgo. Pero no , no era eso. Más tarde, años después, en una de esas conversaciones largas de sobremesa nos lo contaba. -Claro, ahora es muy bonito andar por la nieve con esas botas buenas que tenéis. Pero nosotros andábamos en alpargatas. La nieve duraba mucho tiempo porque no había máquinas para recogerla. Era todo a base de pala y cepillo… Y la mente de mi padre, con un cigarro y otro se iba años atrás, muchos años atrás… Es el invierno de 1.941. Ayer nevó y las calles están cubiertas de nieve sucia y pisoteada. Antoñito , mi padre trabaja en una vaquería del Barrio de Salamanca. Reparte cántaras de leche de 20 litros con un carro de mano . Pesan mucho para lo poco que ha desayunado hoy: apenas un tazón de leche con sopas de pan. Lleva las cántaras a varias cafeterías de la calle de Alcalá. En total recorre más de 10 kilómetros empujando su carrito de leche. Hoy, cerca de la Puerta de Alcalá, por culpa de la nieve ha resbalado . El caso es que el carro ha ido a parar contra un árbol y se han caído las cántaras. ¡Menos mal que iban bien cerradas! Pero él solo tiene nueve años y pocas fuerzas. Imposible volver a colocarlas de nuevo en el carro. Por eso llora. Por eso se ha sentado en el bordillo vencido y desarmado. Pero el conductor del tranvía que iba a arrancar en ese momento hacia la calle de Serrano lo ha visto todo , frena y abre la puerta. Bajan él y un muchacho que lleva un buen abrigo de paño y que tiene voz de galán. Entre los dos recogen las cántaras, las suben al carro y consuelan al chico . Mientras ,una joven bastante guapa ,que seguramente será secretaria de una empresa de seguros ,ha ido al quiosco de la esquina y le ha traído un café humeante y una inmejorable sonrisa, como las azafatas de los aviones. Nadie ha protestado en el tranvía. Nadie se ha quejado del tiempo transcurrido. Se asoman a las ventanillas y comentan la gran nevada caída y el frío que está haciendo estos días en Madrid ,como no se recuerda en mucho tiempo.…. Luego todos suben al tranvía. Se cierran las puertas con un soplido. Suena una especie de campanilla y el vehículo se desliza soltando unas chispas por el trole. Antoñito dice adiós con la mano. El cafetito le ha repuesto las fuerzas y como un hombrecito empuja ahora su carrillo de lechero. Lleva las alpargatas caladas de agua y las manos con sabañones. Pero ya falta poco para llegar a la vaquería. Entre dientes murmura: ¡qué asco de nieve! Felipe Gutiérrez (hijo de Antoñito)

domingo, 16 de noviembre de 2014

MUCHO MIEDO Y POCA VERGÜENZA

MUCHO MIEDO Y POCA VERGÜENZA. Cuando mi abuela, zapatilla en ristre, se lanzaba a por nosotros para impartir justicia, mis hermanos y yo nos poníamos a llorar lastimeramente para tratar de influir en su ánimo y , si no conseguir que nos perdonara, al menos amortiguar la intensidad de sus zapatillazos. Para esta situación ella tenía una frase lapidaria: ¡Vosotros lo que tenéis es mucho miedo y poca vergüenza! Esa frase se me ha venido a la cabeza en estos días viendo y oyendo a una variopinta caterva de telepredicadores, políticos en declive, charlistas y demás fauna mediática que se anticipan al zapatillazo que les pueden dar en unas elecciones con una monserga de lloriqueos y pronósticos catastrofistas. Estos profesionales de la información que han engordado en feliz compadreo con toda una fauna de diputados , concejales y otros políticos putrefactos, que han escrito o vociferado al dictado de quienes les pagaban sus pingües emolumentos, dicen que están muy preocupados. Tienen motivos para estarlo . Ayer un periodista con una pose muy de “gauche divine”, el señor Arcadi Espada, reclinado sobre su mesa ,con un aire a lo Baudelaire, dijo que no había que ser populistas,¿ que por qué había que darle la razón al pueblo si no la tenía? Claro, como va a tener la razón el pueblo si la tiene él. Estos tipos tomándose un gin tonic son más lúcidos que toda esa gente que tenemos la razón obnubilada de tanto madrugar . Luego añadió un titular para poner en mármol: “ Si gana Podemos, España demostraría su analfabetismo” Me importa una mierda si las encuestas dicen que quienes manifiestan estas preferencias pertenecen a las capas mejor preparadas del país. Aquí quien entiende de esto somos nosotros. Los que tenemos un hígado a prueba de bomba para tragar todos los detritus sin pestañear. Los que fuimos amigos de Felipe González pero luego nos hicimos de la FAES, los que pasamos del País al Mundo, o del Ribera al Rioja, del partido comunista al consejo de Caja Madrid. Los que llevan treinta años tragando con todo y ahora, antes de que les den con la zapatilla ya están llorando. Esta mañana me ha avinagrado el café un señor de edad ( no sé si de la edad de Piedra o del neolítico) que adoctrinaba a un joven extranjero-creo que suizo- sobre lo que estaba pasando en España. -“Pues, sí , es que resulta que un tal Julio Iglesias, uno con coleta y descamisado que es amigo de Fidel Castro y de Chávez...sí hombre, uno que apoya la ETA y a los separatistas de Barcelona, ese quiere ser presidente en España. Y claro como aquí la gente son unos borregos y unos incultos, serán capaces de votarles”. Trascribo literal la conversación porque el vejete soltaba el mitin detrás de mi oreja. Yo, que no sabía si reír o llorar, apuré mi café y me marché a comprar unas judías verdes al mercadillo, aprovechando que el sol estaba alegrando el domingo. Qué rápido hemos pasado de ser el sacrificado pueblo español para pasar a ser una masa inculta de iletrados a los que se engaña con una caña. Descamisados, peronistas nos llamaba también el elegante escritor Arcadio Espada. Que no tenemos ideología, que sólo sabemos decir que queremos trabajo y dignidad, que no sabemos hacer otra cosa que criticar la corrupción. Que eso no es hacer política. Que los dejemos a ellos que ellos saben cómo se lleva este negocio. Y tanto que lo saben. Por eso lloran, porque tienen mucho miedo y poca vergüenza. Felipe Gutiérrez

domingo, 2 de noviembre de 2014

carta a Pablo Iglesias

CARTA A PABLO IGLESIAS. Todos sonreímos cuando dijiste que estábamos aquí para ganar. Como ese jugador de cuarta división que promete a su hinchada ganar la copa. Sonreímos pero dijimos ¡Tira p’alante! Con aquellas primeras elecciones vino el primer vuelco y comenzaron a fermentar tus adversarios, tus aduladores, una flor de oportunistas que querían crecer a tu sombra. Una jauría de perros roncos que te relacionaban con el terrorismo, las repúblicas caribeñas y el independentismo murciano. Pero tú seguías diciendo lo mismo , poniéndote más serio a medida que se iban cumpliendo tus envites. Y la bola crece. La de tus oponentes, la de los aguafiestas, la de los sediciosos, la de los frikis que te adoran. Ahora llegan las encuestas y dicen que aquel farol es hoy un faro que deslumbra a todo el mundo. A los que están contra ti y a los que estamos contigo. Y nos entra una especie de vacío, de náusea, como si fuéramos a coger un avión con el miedo que nos da volar… Nos asusta el adverbio AHORA, nuestros planes siempre eran para DESPUÉS, para el FUTURO, para el PORVENIR. Como ese chico al que le dicen que ordene su habitación, que ordene su vida y él, tapándose con las sábanas contesta: ¡ vale, luego lo hago! LUEGO… Pero ya no hay tiempo para el luego, para ese luego que será perfecto porque nunca sabremos cuando será. Es el tiempo del futuro imperfecto-esto ya se va pareciendo a una clase de gramática- Llegó la hora torera de la verdad. Por el cielo vuelan unos negros grajos que forman la palabra decepción. Es tan fácil pensar: nos decepcionarán. “Volverá a pasarnos, Mari. Puede ser, Jose…” Por eso hoy te digo amigo Pablo , para espantar a esos pájaros de mal agüero elimina de tu vocabulario el verbo prometer-¡cielos, lo siento, más gramática!- Y olvida las grandes posibilidades de decepcionar a alguien: a los que sólo esperan que soluciones lo suyo, a los que todo esto no les parece más que reformas y parches ya que ellos quieren cambiarlo todo, a pesar de que nunca cambiaron nada. Déjalos. Empieza por los que más lo necesitan. Por esos que nunca van a ir a tus mítines ni a tus círculos. Por aquellos que en las encuestas no saben o no contestan. No menosprecies los pequeños detalles, las mínimas conquistas. Conseguir una casa para los sin techo, poner zapatos y vacunas, construir comedores, atender a los enfermos y a su dignidad, educar a los niños y a los maestros, cambiarles a los parados su complejo de culpabilidad por una esperanza de trabajar, limpiar las cloacas del estado y de paso hacerlo humano. Devolver la justicia a los que no pueden pagarla. Acabar con la impunidad de los grandes despachos de abogados, esos prestidigitadores al servicio de los que son tan ricos como egoístas….Todo esto no requiere un presupuesto tan grande, sino una gran voluntad ,un inmenso trabajo, y tiempo, mucho tiempo...Ellos, los políticos profesionales llevan siglos sin hacer nada, ahora , que se esperen. Sé que admiras a José Mujica. El viejo presidente del Uruguay, del paisito de Mario Benedetti que fue su amigo también viejo y también sabio. Tienes en él un espejo en qué mirarte. Hace algún tiempo dijo :“Lo inevitable no se lloriquea. Lo inevitable hay que enfrentarlo” Cuando cumpla su mandato, sin prorrogas y sin boatos, dejará su cargo sin haber puesto sus pies en el palacio presidencial ni en la autocomplacencia. Dicen los economistas que su país ha crecido y ha disminuido la pobreza, que es el auténtico crecimiento. Afirmaba en una entrevista que se ha dejado un montón de objetivos por cumplir, que a pesar de ser el presidente se vio impotente en varias ocasiones. Lo dijo con rabia pero con serenidad, lo inevitable no se lloriquea, se enfrenta… No es mal modelo el viejo Mujica. Tú, vosotros, sois más jóvenes y tenéis derecho a equivocaros más aún. Tenéis la insolencia de decir la verdad, ahora tenéis la responsabilidad de ponerla en pie, después de tanto tiempo arrodillada. Pepe Mujica dijo también: “Por el camino más largo es el viaje más corto” No hay que tener prisa con tal de que vean que andamos. Esos que esperan fuegos artificiales seguramente te darán la espalda. Otros ,más exquisitos ,querrán propuestas más sofisticadas. Los hay que no les gusta ir con la masa a pesar de sus convicciones marxistas. Pero esos a ti, a nosotros , no nos preocupan. Es la gente, esa gente harta, desorientada, confusa y ahora esperanzada la que realmente tiene que importarte. Mucha suerte. Felipe Gutiérrez.

jueves, 30 de octubre de 2014

VIEJOS OFICIOS.

LA CHURRERA. Cuando el cuchillo frío del Guadarrama llega a Madrid los tejados se ponen blancos de escarcha. Es el tiempo de los bares humeantes de café y churros. La gente camina con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos. Corren los años cincuenta. Dentro del bar la gente comenta de fútbol, de boxeo o de toros. De otra cosa no se puede. En la esquina de la calle Jorge Juan está como cada día la churrera con su delantalito blanco. Es una chica joven, se diría que una niña. Tiene los ojos vivos y una sonrisa grande como un invierno. Está de pie frente a un tablero .Sobre él un gran cesto de mimbre donde guarda los churros tapados por un paño blanco. Bajan las criadas a comprarle los churros que ella ensarta en un junco verde. Todas ellas son jóvenes y por eso hablan de sus novios y de sus cosas. La churrera lleva unos manguitos también blancos para no mancharse de grasa los puños. Canturrea con bonita voz una copla de Antonio Molina y los barrenderos la aplauden y le dicen ¡ole! Luego se queda hablando bajito con uno de ellos. Un chico larguirucho con bigotillo de galán. Pasan los coches. Se oye alguna bocina. En la esquina un ciego pregona ¡los iguales para hoy! La churrera vuelve a la carga:"¡qué el futuro es muy oscuro, que el futuro es muy oscuro ay..trabajando en el carbón! Luego, Carmina guarda su copla y recoge su puesto. Se va contenta haciendo sonar la calderilla del bolsillo de su delantal. Con su cesta al brazo, hacia la calle Alcalá. Hacia su barrio de las Ventas. El chico larguirucho es mi padre. Carmina es mi madre. La churrera más guapa de Madrid.

domingo, 26 de octubre de 2014

EL CASCARRABIAS

EL CASCARRABIAS. ¿Pero qué es realmente un Cascarrabias? Como todos los mamíferos macho que han sobrepasado la etapa reproductiva, el Cascarrabias tiende a la misantropía. Se aleja de la manada porque todo le molesta: los gritos estridentes de los cachorros, las críticas a su aspecto desaliñado por parte de algunas hembras .En definitiva tener que seguir la senda de los demás elefantes. A él nadie tiene que decirle por donde debe andar. Y es que el Cascarrabias no es que se crea en posesión de la verdad, es que él es la verdad. Cuando algún congénere más joven osa llevarle la contraria él le suelta aquello de…”cuando tú andabas aún en pañales yo ya leía a Kafka” Porque hay que decir que el Cascarrabias es un hombre de conocimientos enciclopédicos aunque, debido a su edad, le cueste recordar los títulos de libros y películas, las fechas de los cumpleaños y hasta el código de las tarjetas. El Cascarrabias tiene siempre una explicación global e irrefutable para explicar cualquier cuestión crucial de economía, política o el modo de hacer la paella. Cuando habla , sienta cátedra y aquellos que no coinciden con su modo de pensar es porque son estúpidos o están poseídos por la banalidad de los medios de comunicación. Cualquier causa perdida encontrará al Cascarrabias ahí, solo, defendiendo el fuerte con su bandera deshilachada haciendo frente a los vientos de la incomprensión, , y esperando oír una corneta que anuncie, por fin, la llegada de cualquier séptimo de caballería. Al Cascarrabias le importa un bledo lo que opinen los demás, aunque para sus adentros reconozca que no puede vivir sin el aliento, sin la aprobación, de aquellos a los que quiere o respeta . No por orgullo, no, es cuestión de principios. Este macho alfa cada vez es menos macho y menos alfa y arrastra su saco de contradicciones como un superviviente sacado de una novela de Jack London. Gruñe y arremete contra la fría tecnología o a favor de la esperanzadora tecnología, contra las viejas y mostrencas tradiciones o a favor de las bellas y queridas tradiciones, contra todo y contra lo contrario…Para eso es un cascarrabias ,¡pues claro! ¿Qué es un Cascarrabias? ¿Y tú me lo preguntas mientras clavo en tu pupila mi pupila azul? Cascarrabias soy yo, ¿Cascarrabias eres tú? Felipe. 27de Octubre.

domingo, 19 de octubre de 2014

ELOGIO DE LA SOLEDAD.

ELOGIO DE LA SOLEDAD. Mi libertad, tú que me has hecho amar hasta la soledad. George Moustaki
Voy a la sierra una vez al mes con un grupo de montaña. Comenzamos a ser compañeros de viaje y ahora ya somos un grupo de amigos. De esos que invitarías a una boda , si hubiera bodas que celebrar. La montaña ya casi es un pretexto para estar juntos, para hablar, para compartir una tortilla de patatas. Hay quien piensa que hablamos más que andamos. Y es un poco verdad. Cuando te ves como una fila de hormigas entre aquellas moles de piedra, sientes de algún modo el resguardo de la manada. Pues bien, este sábado salí solo. Hice un recorrido largo y hermoso por la Pedriza. Allí siempre me lleva la nostalgia. Con las botas de mi padre, una bolsa de deporte de Munich 72 y una guitarra trepaba yo con mis amigos por aquellos riscos. Sin planos ni puñetera idea, generalmente acabábamos en la pradera del Yelmo y metidos en algún vivac de roca terminábamos cantando canciones de Quilapayún.
Pero no quiero yo hoy hablar de bellas montañas sino de la soledad. No sé porqué se asocian siempre ambos sustantivos. Será porque con las nubes rozándote la cabeza y las moles graníticas en los pies, baja a visitarte esa dama tan inquietante como seductora que tiene bello nombre de mujer. Te deja que tú elijas el camino, lo que es tan placentero como perturbador. Pero la soledad es exigente ,te quiere para ella sola. A ella no le puedes mentir, con ella no puedes fingir. Ve todas tus debilidades, tus miedos e incertidumbres. En cada recodo del camino que haces solo eres tú quien decide, no tienes a quien echar la culpa del error. Si te equivocas has de desandar lo andado y volver a empezar. Finalmente, si consigues llegar a ese collado, a ese objetivo que te marcaste en la senda de tu vida, te sentirás satisfecho. Respirarás hondo y estarás preparado para otro reto.
el contrario si tu cobardía o tu prudencia te hizo renunciar a alcanzar ese objetivo la duda, pájaro negro de la conciencia, revoloteará siempre a tu lado para lamentar lo que pudo ser y no fue. Afortunadamente este sábado fui feliz en mi cita con la soledad. Creo que la conquisté, me sonrió y acabamos juntos y cómplices.
Hoy recordando esos momentos pienso que la soledad es deseable cuando ese que te acompaña cuando vas solo , no tiene nada que reprocharte. Cuando ese compañero invisible que eres tú mismo no te trae sus miedos en el peor momento, en el de la decisión. Cuando esa dama hermosa es compasiva y está dispuesta a marcharse sin pedírselo, por su propia voluntad. Esa soledad que disfruté junto a mis queridas piedras de la Pedriza es buena, muy buena sobre todo, cuando sabes que hay alguien que espera que vuelvas. Alguien que espera que le digas dónde estuviste hablando con la soledad. 19 de octubre. 2.014 Felipe.

martes, 14 de octubre de 2014

DIEZ ESCENAS AMABLES.

DIEZ ESCENAS AMABLES. Estos retratos los encontré de forma casual y fugaz. Unos paisajes cuyas figuras no posaban sino que pasaban ante mí sin detenerse, sin verme. Por eso algo tan sencillo me llevó mucho tiempo. Varios meses. Nada de lo que aquí escribiera tenía que ser inventado sino real. Como esas instantáneas que buscan afanosamente los reporteros gráficos. Cualquiera podría haberlos visto, no son extraordinarios. De ahí que fueran tan conmovedores para mí y decidí guardarlos en mi memoria.
UNA. Hay dos manos que se entrelazan. Una, la de mujer, tiene los dedos muy deformados, evidentes signos de artrosis. Su suave piel de pergamino deja transparentar venillas azules. La mano es de una anciana. La otra, la que la toma, es más joven. Fuerte. De un hombre maduro. Probablemente debe tratarse de su hijo. El sol entra a través de una cristalera. Es una tarde fría y hermosa de noviembre.
DOS. Lo que a primera vista podría pensarse que son dos granos de arroz hervido, en realidad son dos dientes incisivos de la mandíbula inferior. En efecto, se trata de la sonrisa de un bebé que estrena una nueva mañana y se alegra de ello.
TRES. Una mujer joven se recoge el pelo levantando para ello sus brazos. Echa para atrás la cabeza y la agita, como mueve el viento un campo de centeno. Consigue dominar el cabello que contiene por unas décimas de segundo un rayo de luz del mediodía y por fin, se construye una coleta que luego ondea por la avenida arriba, poderosa, al ritmo de sus pisadas, de su joven corazón ingobernable.
CUATRO. Sala de espera de un hospital de provincias. Cabezas vencidas por el sueño, manos mostrando preocupación… En el centro de la sala una joven familia gitana. Esperan a un familiar. El padre, un hombre joven, moreno con coleta negra y brillante besa sonoramente a su mujer, una chica también joven que amamanta a un bebé un poco llorica. Una chica, la hija mayor o quizá una tía, de no más de trece años chancletea mientras pasea a otro nene. Por donde pasa hace carantoñas a otros niños. Hay una corriente de afecto que salpica al resto de la gente de la sala, incluida una señora de unos cincuenta años, que hacía poco suspiraba y ahora sonríe abiertamente. El altavoz anuncia. .”Familiares de…..” El niño que está en un box, con cara de estar malito, medio sonríe al ver entrar a su padre. Luego juegan a hacer un lazo con el tubo transparente del suero. Una máquina hace bip bip…
CINCO. Una pareja bajo la sombra de un paseo. Él retiene el brazo de ella. No lo suelta, lo acaricia. Ella balbucea una frase y la vuelve a repetir. Él trata de descifrarla. La pareja ronda los setenta años. No más. El hombre viste una camisa de manga larga color crema que le da un aire distinguido. Su cabello blanco aún abundante y una sonrisa le hacen atractivo y agradable. -Me hablas de la camiseta blanca que te compré, María.- Traduce él. Ella vuelve a balbucear y él como respuesta vuelve a acariciar su brazo y asiente con la cabeza. Luego, después de un rato, la pareja sigue su paseo por la avenida protegida por la sombra de los olmos. El hombre empuja la silla de ruedas. La mujer cierra los ojos y respira el aire fresco de la mañana.
SEIS Un niño y una niña como de doce años. Por la naturalidad con que se cogen de los hombros tienen que ser hermanos. Llevan cogido de la correa a un perro de pelo claro y mirada apacible que camina delante de ellos con calma, mirando a los gorriones. La calle está poblada de sonidos familiares. Los niños ríen sonoramente y el perro ladra. También se ríe al parecer. Una bandada de palomas se asusta y huye con estrépito de alas. Parece que es domingo.
SIETE. Hoy también es domingo por la tarde. Un pueblo pequeño .Sol de verano. Una fuente con un grifo que gotea humedece un parque minúsculo. Una muchacha de unos quince años con el pelo largo está muy hermosa mientras llora. Lo hace en silencio y las lágrimas se le desbordan por las manos que intentan detener el llanto. A su lado está un chico de su misma edad, poco más o menos, sentado a su lado , la mira muy serio y le ofrece un helado de limón, como para consolarla. Hay dolor de primer amor en cómo se miran. Dolor de primer desamor al final de un verano entre la sombra de los árboles de este pequeño parque.
OCHO. Cuatro amigas comen hoy juntas al aire libre. Andan por los cincuenta. Comparten la ensalada de arroz, el gazpacho, la empanada y el sorbete de limón. Cada una trajo algo de casa pero dejó a la familia. Hoy toca mujeres solas. Beben refrescos quizá algo de vino o cerveza. El sol pica en la espalda. La piscina está azul y desierta a estas horas. Sus risas resuenan entre los pinos. El tiempo ha pasado por ellas, por sus cuerpos , como el río pasa por las piedras dejándolas más redondas y suaves. Sus carcajadas contagian a los gorriones. -¡Qué fresquito está el sorbete de champán! -¡De limón! -Eso, de limón. Dame un poco más. Luego se bañan y su piel y su pelo y sus ojos brillan como si fueran chiquillas. Y gritos. Y el agua fría. Y el tiempo sigue pasando...y bueno y qué….
NUEVE. Una mujer de edad incierta como el futuro, como la luz de la avenida , camina llevando de la mano a su hijo. Éste camina balanceándose de izquierda a derecha apoyando solo las puntillas de sus pies mientras gesticula con las manos que dobla con gran agilidad por las muñecas. Tendrá quizá quince o dieciséis años y unos movimientos que recuerdan a un pájaro. Me cruzo con su sonrisa amplia que deja ver sus dientes y su lengua. Yo también le sonrío y le saludo pero no me responde. Su mirada ya se ha ido hacia otra parte. Sólo mueve sus manos atrapando sombras en el aire. La madre lo atrae hacia sí y ensaya un saludo mitad hola mitad adiós. Sigo caminando. Los dejo atrás. Pienso en sus gestos incomprensibles y termino diciéndome que quizá no haya por qué comprenderlo todo. Tan solo aceptar que hay niños, que hay pájaros que no vuelan.
Y…DIEZ como un pequeño susto ha llegado de no sé dónde. Demasiado pronto para octubre. Aquí, en ese recodo de la avenida suelen estar ellos: un joven abuelo y su nieto. A veces también está la abuela. Aparcan su furgoneta y extienden una manta para que se siente el niño. Éste esparce sus juguetes. Muñequitos de plástico que se suben al bordillo, que se meten al alcorque y trepan por un árbol. Componen una escena apacible y cotidiana cada domingo. Yo me los encuentro y hago conjeturas sobre su presencia allí. Quizá vivan en una casa demasiado pequeña… ¿Y si este fuera el modo de resolver una visita semanal a un nieto al que no pueden ver de otro modo…? Una familia partida en el quicio de cada fin de semana…, quien sabe, qué más da. Ellos dejan pasar el tiempo sin prestar atención al tráfico que pasa junto a ellos. Es como si hubieran convertido la calle en su cuarto de estar, ajenos a todo. Mirando complacidos al niño que juega.
...Y seguiré persiguiendo imágenes de gente, de pájaros y un poco de verdad. Texto :Felipe Gutiérrez. 2.014.